lunes, 20 de septiembre de 2010

Editorial publicado este domingo en El Diario de Juárez

Tomado de ElNorte.com

Ciudad Juárez  (19 septiembre 2010).- 
¿Qué quieren de nosotros?

Señores de las diferentes organizaciones que se disputan la plaza de Ciudad Juárez: la pérdida de dos reporteros de esta casa editora en menos de dos años representa un quebranto irreparable para todos los que laboramos aquí y, en particular, para sus familias.

Hacemos de su conocimiento que somos comunicadores, no adivinos. Por tanto, como trabajadores de la información queremos que nos expliquen qué es lo que quieren de nosotros, qué es lo que pretenden que publiquemos o dejemos de publicar, para saber a qué atenernos.

Ustedes son, en estos momentos, las autoridades de facto en esta ciudad, porque los mandos instituidos legalmente no han podido hacer nada para impedir que nuestros compañeros sigan cayendo, a pesar de que reiteradamente se los hemos exigido.

Es por ello que, frente a esta realidad inobjetable, nos dirigimos a ustedes para preguntarles, porque lo menos que queremos es que otro más de nuestros colegas vuelva a ser víctima de sus disparos.

Aun cuando todo el gremio periodístico de esta frontera ha sufrido las consecuencias de esta guerra en la que ustedes y el Gobierno federal se hallan, El Diario ha sido, sin duda, el medio más lastimado hasta el momento porque ninguno ha resentido la muerte de dos de sus colaboradores, como nosotros.

Ya no queremos más muertos. Ya no queremos más heridos ni tampoco más intimidaciones. Es imposible ejercer nuestra función en estas condiciones. Indíquenos, por tanto, qué esperan de nosotros como medio.

Esta no es una rendición. Como tampoco significa que claudicamos al trabajo que hemos venido desarrollando. Se trata de una tregua para con quienes han impuesto la fuerza de su ley en esta ciudad, con tal de que respeten la vida de quienes nos dedicamos al oficio de informar.

Frente al vacío de poder que respiramos los chihuahuenses en general, en medio de un entorno en el que no hay las garantías suficientes para que los ciudadanos puedan desarrollar sus vidas y actividades con seguridad, el periodismo se ha convertido en una de las profesiones más riesgosas y El Diario puede dar cuenta de ello.

Para los que estamos al frente de esta empresa editora, si bien nuestros objetivos y misión de bien informar a la comunidad siguen siendo los mismos de hace 34 años, en estos momentos no le hallamos sentido a seguir poniendo en riesgo la seguridad de tantos compañeros para que sus vidas tan valiosas sean utilizadas como vehículos de mensajes, cifrados o no, entre las diversas organizaciones, o de éstas hacia las autoridades oficiales.

Hasta en la guerra hay reglas. Y en cualquier conflagración existen protocolos o garantías hacia los bandos en conflicto, para salvaguardar la integridad de los periodistas que las cubren. Por ello les reiteramos, señores de las diversas organizaciones del narcotráfico, que nos expliquen qué quieren de nosotros para dejar de pagar tributo con la vida de nuestros compañeros.

Y es que del mensaje que uno de estos grupos dejó en una manta colocada ayer por la mañana en la esquina de Ejército Nacional y Tecnológico, se puede colegir que se adjudica el asesinato del reportero gráfico Luis Carlos Santiago Orozco, registrado el jueves por la tarde en un centro comercial.

La pancarta contiene un recado amenazador dirigido a supuestos comandantes y un comisario, en el que les advierten que les pasará lo mismo que a nuestro fotógrafo si no regresan una cantidad de dinero.

Desde que comenzaron a aparecer estos mensajes en mantas o pintas sobre paredes, El Diario no lo ha tomado como un juego, sobre todo porque han demostrado tener veracidad ya que varias de estas advertencias se han cumplido.

En cambio, a la vuelta de casi dos años del asesinato de nuestro compañero Armando Rodríguez Carreón, nos hallamos demasiado escépticos de que las supuestas autoridades de justicia que están por terminar su mandato nos entreguen un esclarecimiento confiable.

Han sido tantos los ofrecimientos, tantas las promesas de que el caso se aclararía sin que ninguno resultara cierto, que si a estas alturas nos presentaran a un presunto responsable del crimen lo primero que haríamos sería pasarlo por el tamiz de la duda.

El periódico no se va a conformar de buenas a primeras con el primer indiciado que le aseguren se trata del autor del atentado contra "El Choco", porque contamos con información de que se anda buscando un "chivo" expiatorio para cargarle la culpabilidad de este crimen que para nosotros es tan delicado.

Si con ello pretendieran bajarle la presión al asunto, resultaría contraproducente porque lo único que conseguirían sería atraer una desconfianza mayor de la que, de hecho, ya mantienen entre el grueso de la ciudadanía ante los altos índices de impunidad que se registran.

En todo caso, para que El Diario aceptara un resultado a estas alturas tendría que ser avalado asimismo por organismos internacionales de periodistas, así como de derechohumanistas.

Hace cuatro años y medio, cuando Felipe Calderón Hinojosa aún se hallaba en campaña por la carrera presidencial, acudió a las instalaciones de El Diario para ofrecer una entrevista sobre diversos temas.

En ese encuentro con los trabajadores de la comunicación de este medio, el hoy presidente de la República respondió a una pregunta que se le planteó en torno a las garantías que ofrecería su administración federal para el buen desarrollo de la libertad de expresión y de sus representantes.

Calderón dijo que "en el caso de los asesinatos (de periodistas), así como yo estoy protegido por mi condición de candidato, creo que en la medida en que una actividad se desarrolle en beneficio de la comunidad y encierre peligrosidad también debe haber mecanismos que la protejan. Un periodista que ha sido amenazado o que realice una investigación contra el crimen organizado debe tener mecanismos de protección especial y qué bueno que se creó la fiscalía especial en esa materia".

A la vuelta de estos años, la historia es bien conocida: el primer mandatario, para conseguir la legitimación que no obtuvo en las urnas, se metió –sin una estrategia adecuada–, a una guerra contra el crimen organizado sin conocer además las dimensiones del enemigo ni de las consecuencias que esta confrontación podría traer al país.

Introducidos sin pedirlo en el conflicto, los mexicanos –y de manera particular los juarenses– han estado al garete de decisiones erróneas que terminaron llevándoselos en medio, con los resultados ahora conocidos y, sobre todo, abominados por las mayorías.

En ese contexto, los periodistas también fueron arrastrados a esta lucha sin control, sin que el presidente pensara en aquel compromiso proferido en la sala de juntas de El Diario, porque los trabajadores de los medios han sido amenazados, han realizado investigaciones sobre el crimen organizado y han estado en medio de esta guerra como testigos privilegiados a la vez que intimidados, pero aun así nunca recibieron de su gobierno los "mecanismos de protección especial" que subrayó como indispensables.

Las únicas armas de defensa que hemos tenido quienes nos dedicamos al oficio, han sido la búsqueda de la verdad, el manejo de las palabras, así como nuestras máquinas de escribir –hoy computadoras– y cámaras fotográficas.

El Estado como protector de los derechos de los ciudadanos –y, por ende, de los comunicadores– ha estado ausente en estos años de belicosidad, aun cuando haya aparentado hacerlo a través de diversos operativos que en la práctica han sido soberanos fracasos.

El viernes pasado, tras el crimen del fotoperiodista Luis Carlos Santiago Orozco, El Diario publicó un editorial en el que enfatizaba esta ausencia al cuestionar "¿A quién exigimos justicia?" En ese mismo tenor se hallan los ciudadanos que no saben ya a quién recurrir para pedir ayuda.

Hace apenas unos días los colegios de médicos adelantaron la posibilidad de hacer una huelga de sus servicios como medida de presión hacia los gobiernos para conseguir respuestas, tras de que varios de sus colegas han sido secuestrados y algunos asesinados a pesar de que se pagó el rescate por ellos.

Otros, como los comerciantes y empresarios también han contemplado acciones de presión, como aplicar una huelga de pagos de impuestos y derechos, de los que vive el gobierno.

Es tanta la falta de justicia, es tanta la desolación e impotencia que sienten todos los sectores, que no sería descabellado comenzar a aplicar acciones que realmente le duelan a quienes tienen la obligación de hacer más por salvaguardar la seguridad de la ciudad, del estado y del país.

En contraste, el mayor obligado en proteger a los ciudadanos se pierde en disquisiciones estériles en torno a si México está igual o peor que Colombia hace veinte años, afirmación emitida por la secretaria de Estado de EU, Hillary Clinton, avalada por medios tan serios como el Washington Post, o bien, se encarga de ofrecer circo a los connacionales a través del oneroso gasto utilizado en las celebraciones por el Bicententario, recursos que mejor debería haber empleado en reforzar las pálidas estrategias de seguridad.

No contento con lo anterior, el primer mandatario pontifica sobre la paz en el país como si se tratara de algo real, al enviar una carta a cada una de las familias de la nación en la que, entre otras cosas y de manera retórica, subraya que el blanco del color de nuestra bandera nacional es el de "la paz que hemos conquistado".

Tal afirmación es una burla para los juarenses que se ahogan en un baño de sangre y que de paz es de lo que menos saben en estos tiempos.

En Ciudad Juárez hemos llegado a un punto en el que es necesario –y urgente– adoptar otro tipo de medidas para obligar a las autoridades establecidas por ley, a ofrecer respuestas más contundentes, porque la capacidad de tolerancia de tantos ciudadanos dolidos ha rebasado ya sus límites.

El Diario, por lo pronto, asume la postura manifestada en los primeros párrafos, de llamar a los grupos en pugna a que expresen qué es lo que quieren de nosotros como comunicadores.

De víctimas a verdugos

Como si los atropellos, atentados y demás intimidaciones en contra de los medios de comunicación no fueran suficientes, ayer la secretaria de Educación y Cultura del Gobierno estatal, Guadalupe Chacón Monárrez, vino a ponerle más sal a la herida al declarar que somos los culpables del terrorismo psicológico que se vive en la ciudad.

Ahora resulta que, además de víctimas, en la mente de la funcionaria somos los victimarios al culparnos de terroristas por sólo cumplir con nuestra tarea de informar a la comunidad de lo que está sucediendo en esta frontera.

El terrorismo, y esto debe quedarle muy claro a la secretaria de Educación, viene de otras fuentes, no de los medios de comunicación que somos el vehículo para informar de lo que sucede en esta ciudad.

De manera específica Chacón Monárrez se refirió al caso de la escuela primaria y el kínder del norponiente en donde no sólo los padres de familia, sino los mismos maestros, viven con el temor de que algo pueda pasarles ante las amenazas recibidas de parte de un grupo de extorsionadores.

Fueron los propios padres de familia los que se acercaron a este periódico para expresar el miedo que sentían –y sienten– por la seguridad de sus hijos. Las amenazas no las vertió El Diario como tampoco este medio es el que infundió entre los progenitores la iniciativa por denunciar las intimidaciones recibidas.

Ante esta situación, ¿qué esperaba la funcionaria? ¿Que sólo escucháramos a los padres de familia y los regresáramos a sus casas? ¿O que los mandáramos a poner la denuncia correspondiente ante Averiguaciones Previas cuando ellos mismos manifestaron que no confían en la autoridad porque no hace nada al respecto?

El reportero que los escuchó hizo lo que tenía qué hacer: escribir la nota correspondiente y entregarla al editor, quien también cumplió con su función y su responsabilidad de publicarla porque se trataba de un asunto de trascendencia en el que estaba de por medio la integridad de numerosas personas, sobre todo niños.

El terrorismo no lo propició la información divulgada, de la cual se hicieron eco el resto de los medios de la ciudad, sino quienes amagaron a los menores, a sus padres y a los maestros. Pero, sobre todo, lo han venido ocasionando quienes, teniendo la responsabilidad y la capacidad de frenar estos hechos, no lo han hecho, ya sea por omisión, por negligencia o incluso por colusión.

Dice la secretaria de Educación que ella no se puede imaginar que alguien les falte al respeto a los niños, y que pudo tratarse de una broma de mal gusto. Se nota que la funcionaria no vive en esta ciudad, en donde menores de edad, infantes y hasta bebés han sido masacrados. Quien no perdona la burla es ella con sus comentarios, que seguramente no serán del agrado de tantos padres de familia que han perdido a sus hijos de violenta manera.

Tiene toda la razón Hernán Ortiz, antropólogo e investigador de la UACJ, quien le respondió a Chacón Monárrez que no se debe culpar a los medios del terrorismo que desde hace tiempo padecemos, sino a la incompetencia que han demostrado los gobiernos, en lo cual coincide con nuestros comentarios vertidos párrafos atrás.

"Quiero decirle a los medios, con todo respeto, que no nos convirtamos en copartícipes de esto, ya que el terrorismo psicológico se logra a través de la comunicación", dijo la funcionaria.

¿Qué es lo que nos quiere decir con lo anterior? ¿Que dejemos de publicar? ¿O que sólo divulguemos noticias "buenas" o "positivas", como en otras ocasiones se ha polemizado al respecto? Los medios recogemos y publicamos todo lo que acontece en la ciudad, ya será el lector el que le dé la connotación de "bueno" o "malo" a lo que lee, escucha o ve.

En todo caso, es la secretaria de Educación la que tiene la gran responsabilidad de que los niños que en estos momentos se estén educando, salgan con una mentalidad bien formada para que no sean los delincuentes del mañana.

Es una cortina de humo lo que ha levantado Chacón Monárrez, para esconder la incapacidad de autoridades que no han hecho bien su labor.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Declaración de Independencia de México

ACTA SOLEMNE DE LA DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA DE LA AMERICA SEPTENTRIONAL

El Congreso de Anáhuac, legítimamente instalado en la ciudad de Chilpancingo, de la América Septentrional, por las provincias de ella:

Declara solemnemente, a presencia del Señor Dios, árbitro moderador de los imperios y autor de la sociedad que los da y los quita, según los designios inescrutables de su providencia, que por las presentes circunstancias de la Europa ha recobrado el ejercido de su soberanía, usurpado; que, en tal concepto, queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español; que es árbitro para establecer las leyes que le convenga para el mejor arreglo y felicidad interior, para hacer la guerra y paz y establecer alianzas con los monarcas y repúblicas del antiguo continente no menos que para celebrar concordatos con el sumo pontífice romano, para el régimen de la Iglesia católica, apostólica y romana, y mandar embajadores y cónsules; que no profesa ni reconoce otra religión más que la católica, ni permitirá ni tolerará el uso público ni secreto de otra alguna; que protegerá con todo su poder y velará sobre la pureza de la fe y de sus dogmas y conservación de los cuerpos regulares; declara por reo de alta traición a todo el que se oponga directa o indirectamente a su independencia, ya sea protegiendo a los europeos opresores, de obra, palabra o por escrito, ya negándose a contribuir con los gastos, subsidios y pensiones para continuar la guerra hasta que su independencia sea reconocida por las naciones extranjeras; reservándose al Congreso presentar a ellas por medio de una nota ministerial, que circulará por todos los gabinetes, el manifiesto de sus quejas y justicia de esta resolución, reconocida ya por la Europa misma.

Dado en el Palacio Nacional de Chilpancingo, a 6 días del mes de noviembre de 1813.

Lic. Andrés Quintana, vicepresidente. Lic. Ignacio Rayón. Lic. José Manuel de Herrera. Lic. Carlos María de Bustamante. Dr. José Sixto Berdusco. José María Liceaga. Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, secretario.

En la Imprenta Nacional del Sur.

Fuentes:

Documentos de la guerra de independencia, Biblioteca enciclopédica popular, 74, Secretaría de Educación Pública, México, 1945, pp. 59-60.

Documentos Históricos Constitucionales de las Fuerzas Armadas Mexicanas. Senado de la República. México, Primera edición, 1965. Cuatro Tomos. Tomo I. p. 47.

De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal. Gloria Villegas Moreno y Miguel Angel Porrúa Venero (Coordinadores) Margarita Moreno Bonett. Enciclopedia Parlamentaria de México, del Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura. México. Primera edición, 1997. Serie III. Documentos. Volumen I. Leyes y documentos constitutivos de la Nación mexicana. Tomo I. p. 157.



¡Felicidades, México!

lunes, 13 de septiembre de 2010

Bogotá y Monterrey por Juan Ciudadano

Tomado de ElNorte.com

Dos encuentros de los últimos días en Monterrey son parte importante del diálogo entre los poderes públicos y los líderes de una comunidad particularmente afectada por la ola de violencia que vive el País.

Primero la plática de Luis Jorge Garay, investigador que ha estudiado el fenómeno de la violencia en Colombia -y ahora en México- desde el análisis de las redes sociales de las bandas de narcotraficantes con el poder político y el empresariado.

Su postura es que hay mucho que aprender de Colombia; de los aciertos, pero sobre todo desde los errores de autoridades y una sociedad en un país que todavía está afectado por altos índices de criminalidad.

Las lecciones de las que habla el doctor Garay se pueden sintetizar en cinco.

Primera: cuidado con el uso de la fuerza privada. La fuerza privada no tiene lealtades: a la larga estará a la venta del mejor postor, ése es el origen del narcoparamilitarismo colombiano.

Segunda lección: el combate al crimen organizado no puede estar sólo -ni primordialmente- en manos del Ejército. No se le puede sacar la vuelta a la necesidad de fortalecer a las fuerzas policiacas.

Tercera lección: la separación de poderes y el fortalecimiento del sistema de justicia es indispensable para restablecer la paz. Ésta es una lección que nos ha costado mucho entender en México.

Es cierto que implementar a fondo la reforma de justicia en México no le quita hoy el sueño al crimen organizado.

Pero al mismo tiempo, será imposible restablecer el orden en un País en el que la violencia ya rebasa con mucho a los grandes cárteles del narcotráfico.

La reforma al sistema de justicia en México es, a final de cuentas, una apuesta por establecer el Estado de Derecho empezando por lo que más nos importa a los ciudadanos: la seguridad física.

Cuarta lección: la sociedad civil tiene que entrarle al combate al crimen organizado de dos maneras, no dejando la política sólo en manos de los políticos y promoviendo el espíritu cívico. Parte de este espíritu cívico es una sociedad que exige transparencia y rendición de cuentas por parte de las autoridades.

Quinta lección: una situación como la que vive Colombia (o México) no se resuelve de la noche a la mañana. Los promotores de las soluciones inmediatas terminan siendo más parte del problema que de la solución.

El segundo evento reciente en Monterrey en el que se continúa el diálogo encaminado a encontrar soluciones para la espiral de violencia que vive el País es la reunión del Presidente Felipe Calderón con empresarios y líderes de organizaciones sociales el jueves pasado.

No es fácil leer al Presidente Calderón cuando habla del proceso de implementación de la reforma de justicia. Su discurso es algo así como "sí quiero, pero -por ahora- no debo".

Sin embargo, hay un punto en el que el Presidente tiene razón: para que los estados tengan éxito en la implementación de la reforma de justicia, el primer paso es refundar al Ministerio Público, darle capacidad de investigación y, por lo tanto, capacidad de defender sus casos frente a un juez.

"Con el sistema actual, o con el sistema de oralidad, si no tenemos ministerios públicos que sean capaces de articular casos sólidos ante los jueces, de nada sirve (...) la reforma porque no se genera una derrota a la impunidad", dijo Calderón.

Tomémosle la palabra al Presidente, e iniciemos con reformar a fondo al Ministerio Público. Pero empecemos ya a cambiar las prácticas -no sólo los códigos- de las instituciones de justicia mexicanas.

sábado, 11 de septiembre de 2010

La culpa es de todos por Jaime Leal

Tomado de ElNorte.com
Opinión Invitada
11 Sep. 10

Jaime Leal G.



Desde hace meses la sociedad regiomontana vive una psicosis colectiva que gracias a un egoísta estilo de vida y a una división social altamente polarizada ha venido a convertirse en una especie de profecía autocumplida, que parece que sigue contándose y a la vez cumpliéndose en una versión cada vez más y más trágica.

Como sociedad, hemos recorrido todas las fases del proceso de pérdida, desde la negación con aquellas declaraciones de políticos y empresarios que afirmaban con vehemencia "aquí no pasa nada" o bien "son hechos aislados", hasta la ira y el dolor que se hacen cada vez más evidentes entre los habitantes de una ciudad cada vez más ansiosa y temerosa de ser la próxima víctima de una delincuencia mejor organizada que nuestra Policía.

Si bien es cierto que todos sabemos que vivimos tiempos difíciles, también es cierto que la charla de café, las pláticas del trabajo, las redes sociales y el ya famoso "le pasó a un amigo de mi amigo" han venido a multiplicar el impacto psicológico de lo que enfrentamos, pues de alguna forma y al menos en nuestras fantasías negativas, todos hemos sido víctimas de la delincuencia, el mal gobierno y hasta del huracán "Alex", aunque no nos haya tocado ningún bloqueo y ni una sola gotera en nuestras casas.

Todos estamos psicológicamente ligados al duro momento que nuestro Estado enfrenta, sin embargo, también somos todos como sociedad responsables de cómo retroalimentamos a la misma para hacer frente a dicho problema.

La mayoría de nosotros sólo hablamos de tragedias y más tragedias, en su modalidad de secuestro, bloqueo, balacera o mal gobierno, y aunque demandamos soluciones, lo mejor que se nos ocurre proponer es que renuncie el Gobernador o el Alcalde o el Presidente, como si esto fuese a solucionar algo. Retroalimentación positiva, señores, eso es lo que requerimos: propuestas. ¡Cómo sí! en vez de ¡por qué no!

Desgraciadamente nos enfrascamos en contar lo que le pasó a "fulanito o manganito" inyectando más y más miedo que resulta en situaciones tristes como la ocurrida en la Carretera a Laredo, en que una familia presuntamente ignoró una orden de alto del Ejército y terminó baleada en su "huida".

Me atrevo a decir que los integrantes de esa familia no sólo murieron a manos del Ejército, sino que también murieron a manos de una sociedad inmadura que termina multiplicando una y otra vez las historias de terror que se ven en las noticias o, peor aún, que se escuchan en charlas de café, convirtiendo a todos en potenciales víctimas de una ansiedad generalizada que te hace huir en estampida al ver cualquier uniforme; una sociedad que cuenta una y otra vez -corregidas y aumentadas- historias de terror que ni siquiera se sabe si son ciertas, en un miedo que lleva al miedo y pánico que genera este tipo de tragedias.

Te invito, estimado lector, a que colabores para cambiar esta inercia. ¿Cómo? Evitando que la violencia e inseguridad sea el centro de mesa en tu comida, compartiendo también las cosas buenas que te han sucedido a ti y no sólo las malas que le pasaron a otras personas, tomando los mensajes de las redes sociales en su justa dimensión (son en su mayoría fuentes no oficiales de información) y sobre todo informándonos sólo por medios de comunicación serios.

Una buena forma de romper la inercia fatalista en tu familia es la de compartir algo bueno que te haya sucedido en la semana, algún proyecto que piensas llevar a cabo, o bien alguna fecha especial que se aproxima; pídele a tus familiares que te compartan sus buenas noticias y notarás cómo cambia el ambiente y el estado de ánimo. Comparte esperanza de cambio y no posibilidades trágicas.

Seamos responsables al no inyectar más miedo y, por consecuencia, frenar más tragedias.


El autor es psicólogo y coach de vida. jaime@leal.com.mx

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un México invisible, por Manuel Arango

Tomado de El Norte.com Manuel Arango A.


Hay un México que todos los días vemos y que no quisiéramos ver. Un México violentado por el narcotráfico y el crimen organizado. Un México cuyos representantes en el Congreso se preocupan prioritariamente por atender los intereses de sus partidos, ignorando las necesidades y reclamos ciudadanos.

Un México dividido por partidos que utilizan fondos públicos para comprar votos, haciendo promesas de cambios que nunca se cumplen. Un México de poderes fácticos que custodian intereses de grupo e impiden cambios necesarios para el progreso y crecimiento del País. Un México donde la ilegalidad, la corrupción y la impunidad restan credibilidad a las instituciones que nos gobiernan y que a toda costa debemos defender, pues por imperfectas que sean, son la base de nuestra incipiente democracia. Un México violento y criminal profusamente difundido y resaltado por los medios en búsqueda de "ratings", pero que indirectamente incrementa el impacto del terror en beneficio de los grupos criminales. Un México de pobreza, golpeado por desastres naturales que destruyen viviendas precarias y provocan enormes tragedias y sufrimiento entre la población. Un México cuya economía no crece al ritmo necesario para dar empleo a millones de jóvenes frustrados ante la falta de oportunidad.

Ese México inseguro, violento, trágico, dividido, corrupto y cínico no es, sin embargo, el México al que pertenece la gran mayoría de los mexicanos. Esos millones que diariamente acuden a sus trabajos soportando bloqueos y marchas que con frecuencia paralizan las principales ciudades. No es el México que lucha por superarse y sacar adelante a su familia, haciendo enormes sacrificios y esfuerzos para lograrlo. Ese México no es el México de padres y madres que por las mañanas llevan a sus hijos a las escuelas para que estudien y puedan alcanzar mejores oportunidades que las que ellos tuvieron. Ese México no es el México de millones de ciudadanos que a pesar de amenazas y decepciones políticas acuden a las urnas y con un espíritu democrático y pacífico participan con su voto para construir el país del futuro. No es tampoco el México de una creciente sociedad civil organizada que voluntariamente aporta recursos, tiempo y talento para ayudar a los más necesitados y combatir todo aquello que impide o retrasa la justicia, la equidad y la democracia plena.

No es el México de auténticos emprendedores que, arriesgando capital, forman grandes y pequeños negocios que crean empleo y brindan bienes y servicios necesarios para el desarrollo y crecimiento del País. No es el México de competentes profesionistas, académicos, campesinos, alumnos, amas de casa y servidores públicos que laboran con ahínco y respeto a las leyes. Tampoco es el México institucional custodiado con disciplina e imparcialidad por nuestras respetadas fuerzas armadas. Menos aún es el México histórico de rica cultura y antiguos monumentos que atestiguan la grandeza de nuestro pasado.

Éste es el México que no se refleja o destaca en los medios y en la política, pero que existe. El México que no vemos ni oímos porque su trabajo callado y comprometido no busca la luz pública ni alcanzar el poder, sino sólo mejorar sus condiciones y calidad de vida. Éste es el México invisible que cultiva el campo, ocupa las aulas, los hospitales, los comercios, las fábricas, los hoteles, las universidades, las oficinas, los cuarteles, los hogares, las guarderías y todos aquellos espacios donde se forja día a día el México auténtico, trabajador, comprometido y generoso.

Éste es el México silencioso que no oímos y tampoco vemos porque no es noticia de impacto en los medios de comunicación. Sin embargo, éste es el México profundo de fuertes raíces, de color, música, arte y tradiciones. El México soñador, joven, recio, optimista, pujante, creativo, alegre y emprendedor. Un México de variados climas rodeado de grandes mares, costas, islas y la más diversa naturaleza. El México que no se doblega ante la adversidad y con fortaleza sigue siempre adelante.

Éste es el México que todos queremos vivir y que juntos con esfuerzo y compromiso estamos logrando, más allá de intereses mezquinos encumbrados en su lucha por el poder con visión de corto plazo. Podemos ser optimistas, ese México invisible es el verdadero México, el México que crece y se desarrolla calladamente guiado por principios y valores, y el que va a perdurar por encima de todo.

Debemos continuar en la lucha productiva, formando buenos ciudadanos, cada uno haciendo su mejor esfuerzo y con responsabilidad ayudando a construir un mejor país para nuestros hijos y futuras generaciones. Un país en el que existan la justicia, la seguridad y la oportunidad para todos, sin pobreza y sufrimiento innecesarios. Seamos exigentes con nuestra forma de vida, pero también con la de aquellos que gobiernan o intenten gobernar anteponiendo ambiciones personales o intereses de grupo.

Con esa verdad y confianza podemos con optimismo celebrar y volver a gritar: ¡Viva México!


El autor es presidente honorario vitalicio del Centro Mexicano para la Filantropía.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Una voz menos

Hace un par de días perdimos una voz crítica que hacia posible la reflexión, la demanda al gobierno, la organización de la sociedad, el diálogo y la risa. Nunca como ahora nos hace falta su voz, que nos hacía retomar la alegría de vivir.

Procuremos ahora tener un México barrido y trapeado, y no abrirle a nadie, como nos lo pidió tantas veces. Ahora necesitamos más voces que conjugen el ingenio, la poesía y acción cívica.

Adiós, Germán Dehesa. Se te va a extrañar.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Falta de verguenza

Me sorprende ver las fotos de la captura de La Barbie (me pregunto, de entrada, como pudo dejar que le pusieran ese apodo). Lo veo sonriente, fresco. Es que sabe que va a salir pronto? Es que le da gusto recibir publicidad gratuita? Leo en una nota que incluso filmo una pelicula, ya que desea ser recordado.

Me queda claro que atras de cada accion que realizamos esta la satisfaccion de un deseo y me pregunto, es tanto el deseo de ser visto y escuchado, que pagas una pelicula, incluso cuando lo que haces es vender drogas? No podremos enseniarle a nuestros hijos que hay otras formas de actuar?