lunes, 13 de septiembre de 2010

Bogotá y Monterrey por Juan Ciudadano

Tomado de ElNorte.com

Dos encuentros de los últimos días en Monterrey son parte importante del diálogo entre los poderes públicos y los líderes de una comunidad particularmente afectada por la ola de violencia que vive el País.

Primero la plática de Luis Jorge Garay, investigador que ha estudiado el fenómeno de la violencia en Colombia -y ahora en México- desde el análisis de las redes sociales de las bandas de narcotraficantes con el poder político y el empresariado.

Su postura es que hay mucho que aprender de Colombia; de los aciertos, pero sobre todo desde los errores de autoridades y una sociedad en un país que todavía está afectado por altos índices de criminalidad.

Las lecciones de las que habla el doctor Garay se pueden sintetizar en cinco.

Primera: cuidado con el uso de la fuerza privada. La fuerza privada no tiene lealtades: a la larga estará a la venta del mejor postor, ése es el origen del narcoparamilitarismo colombiano.

Segunda lección: el combate al crimen organizado no puede estar sólo -ni primordialmente- en manos del Ejército. No se le puede sacar la vuelta a la necesidad de fortalecer a las fuerzas policiacas.

Tercera lección: la separación de poderes y el fortalecimiento del sistema de justicia es indispensable para restablecer la paz. Ésta es una lección que nos ha costado mucho entender en México.

Es cierto que implementar a fondo la reforma de justicia en México no le quita hoy el sueño al crimen organizado.

Pero al mismo tiempo, será imposible restablecer el orden en un País en el que la violencia ya rebasa con mucho a los grandes cárteles del narcotráfico.

La reforma al sistema de justicia en México es, a final de cuentas, una apuesta por establecer el Estado de Derecho empezando por lo que más nos importa a los ciudadanos: la seguridad física.

Cuarta lección: la sociedad civil tiene que entrarle al combate al crimen organizado de dos maneras, no dejando la política sólo en manos de los políticos y promoviendo el espíritu cívico. Parte de este espíritu cívico es una sociedad que exige transparencia y rendición de cuentas por parte de las autoridades.

Quinta lección: una situación como la que vive Colombia (o México) no se resuelve de la noche a la mañana. Los promotores de las soluciones inmediatas terminan siendo más parte del problema que de la solución.

El segundo evento reciente en Monterrey en el que se continúa el diálogo encaminado a encontrar soluciones para la espiral de violencia que vive el País es la reunión del Presidente Felipe Calderón con empresarios y líderes de organizaciones sociales el jueves pasado.

No es fácil leer al Presidente Calderón cuando habla del proceso de implementación de la reforma de justicia. Su discurso es algo así como "sí quiero, pero -por ahora- no debo".

Sin embargo, hay un punto en el que el Presidente tiene razón: para que los estados tengan éxito en la implementación de la reforma de justicia, el primer paso es refundar al Ministerio Público, darle capacidad de investigación y, por lo tanto, capacidad de defender sus casos frente a un juez.

"Con el sistema actual, o con el sistema de oralidad, si no tenemos ministerios públicos que sean capaces de articular casos sólidos ante los jueces, de nada sirve (...) la reforma porque no se genera una derrota a la impunidad", dijo Calderón.

Tomémosle la palabra al Presidente, e iniciemos con reformar a fondo al Ministerio Público. Pero empecemos ya a cambiar las prácticas -no sólo los códigos- de las instituciones de justicia mexicanas.

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