martes, 17 de agosto de 2010

Educación

La principal herramienta para la vida que aprendemos en casa. Pareciera que todos tenemos derecho a ella, pero no hay nada más lejos de la realidad.

Pocas personas en nuestro país tienen acceso a una verdadera educación, aunque muchas de ellas tienen acceso a la enseñanza escolar (en el 2000, 48% Hombres y 44% Mujeres mayores de 15 años, con secundaria o estudios técnicos, de acuerdo al censo del INEGI), que lamentablemente está limitada en muchos casos a repetir datos sin sentido. Uno de los pilares de la sociedad es la educación, sin embargo, la dejamos en manos de la televisión, la sirvienta (según el nivel social) y los maestros, que en muchos de los casos están desmotivados y/o mal pagados. La intervención de la familia en la formación de los hijos es cada vez menor.

Y luego nos sorprendemos por que no hay gente educada. Es claro que la educación no es nuestro principal recurso cuando pocas mujeres tienen acceso a ella. Incluso en familias de clase media, es común que no se desee invertir en su educación.

La televisión, aunque es un gran entretenimiento y pudiera ser usado con fines educactivos está limitada por la programación basura que existe en casi todos los canales (los niños mexicanos ven en promedio 2 horas diarias de televisión, según "An international comparative survey", Dibb, 1996). Cuando lo que vende son novelas, futbol y espectáculos dignos de un table-dance, la educación pierde el lugar que pudo haber tenido. Antes por lo menos las caricaturas eran un poco más sanas y dejaban con suerte alguna moraleja, ahora, las caricaturas para adultos han pasado al horario infantil y ponen como ejemplo a niños irresponsables, adultos estúpidos y figuras de autoridad que son motivo de burla.

Si hablamos de la educación que podían prestar las nanas o sirvientas hace tiempo, por lo menos había esperanza. En ese entonces podríamos aprender sentido común y sabiduría popular, ya que la sirvienta (y la nana con mayor razón) era parte de la familia y por lo tanto, tenía un nivel de co-responsabilidad en la educación de los niños. Pero si ahora la persona que hace el aseo está en la casa menos de 5 horas, y que por el sueldo que recibe no hará más que limpiar la casa, claro está, no podemos esperar que reparta un conocimiento que seguramente no tiene.

Y finalmente, hablando de los maestros, ¿qué podemos esperar de un grupo al que sistemáticamente le hemos reducido autoridad, respeto e influencia? Muchos de ellos son personas cultas, honorables y dedicadas a la educación, pero que lamentablemente no tienen el presupuesto o la autoridad para verdaderamente educar a los hijos que les prestamos durante 6 horas diarias. Por otro lado, en muchas ocasiones están solos frente a los padres y alumnos, que hacen un frente común en su contra. Y por último, ¿que se puede esperar de un gremio dirigido por una persona que no sabe como pronunciar "epidemiológico"? Mientras las riendas de este grupo estén en manos de personas más interesadas en la política que en la educación de los niños, los recursos se enfocarán en cualquier otra cosa, antes que en el supuesto fin común.

Tenemos que entender que la educación empieza, continúa y termina en el hogar, con apoyo e intervención de la familia extendida, los maestros, los amigos de la familia y la comunidad en general.

Nuestra responsabilidad es educarNos y educarLos. A todos.

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