Tenemos cáncer. Hace años aparecieron en nuestro país unas células dañinas. Comenzaron aprovechándose de nuestra hospitalidad, candor y confianza en las demás personas. Vieron que podían hacer y tomar lo que quisieran sin consecuencias. Se reprodujeron discretamente. Un acto de violencia por aquí y un abuso por allá. Empezaron a corromper nuestra sociedad, a hacer parecer "normal" lo que en cualquier país es una clara violación a los derechos humanos o a la propiedad privada.
Lamentablemente la causa de este cáncer está tan enraizada en nuestra sociedad, que difícilmente lo distinguimos hasta que es demasiado tarde. Este cáncer lo creamos tú y yo. Nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros bisabuelos. Cada una de nuestras actitudes clasistas, racistas, sexistas, hizo más amplia la brecha entre tú y yo. El otro se fue haciendo tan diferente de nosotros que era claro y evidente que no somos iguales. Que no tenemos los mismos derechos ni las mismas obligaciones. Que no tenemos el mismo futuro. Hemos despersonalizado tanto al otro, que el otro ha hecho lo mismo. Ha matado impunemente no solo porque lo hemos dejado, sino porque lo hemos hecho olvidar que todos somos seres humanos y que la Vida (en mayúsculas) merece respeto.
Me parece que al igual que con el cáncer, necesitamos dos tipos de tratamientos. Urge una quimioterapia social, que nos permita acabar con "el mal" a corto plazo; que elimine esas células cancerígenas que ya existen y que se han robado nuestra tranquilidad. Pero también urge un cambio de forma de vida: tenemos que diseñar un país donde quepamos todos: hombres y mujeres, niños, ancianos, jóvenes y adultos, heterosexuales y homosexuales, católicos, judios, ateos, protestantes y de cualquier otra denominación, blancos, morenos, indígenas, de cualquier raza que se haya decidido a asentar en nuestro país.
Urge que entendamos que México somos todos y todo. Siete millones de jóvenes no estudian ni trabajan. Muchos de ellos tendrán hijos que difícilmente podrán mantener. No tardarán en llegar a la calle y exigir un poco de tu bienestar.
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